caaaaaaaaaaasi
Ese momento, cinco minutos antes de verle, te duele la tripa, como si un gusanito se retorciera dentro de ti. Le ves llegar y sabes que todo va a ir bien, que mientras estés con el, tu sonrisa no se irá. Le miras, te aseguras de que es él y entonces le das ese beso tan esperado, ese beso que dice cuanto le has echado de menos. Mientras habla, te fijas en él, en su cara sonriente, en sus grandes y marrones ojos, en su pelo rubio del sol, en sus labios, esos que tanto deseas. Te das cuenta hasta de un minúsculo lunar en su nariz, un lunar que no habías visto hasta aquel momento. Te encanta estar junto a él, sabes que le quieres y que si faltara nada sería igual. Y por un momento te entristeces al pensar que podría marcharse en cualquier momento, y para no dejarle ir le das un beso, un beso que silencia todas las dudas. Sin pensar en el resto del mundo, en el qué dirán o pensarán, pasa el tiempo hasta llegar el momento de la despedida, fastidioso momento, desearías que durara más. No quieres marcharte. Quieres estar con él, todo el día, a todas horas. Y como dice una canción: "no, no es amor, lo que tu sientes es obsesión".
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